Los trastornos de salud mental entre niños y adolescentes no hacen más que aumentar desde hace unos años. En concreto, en la Comunidad de Madrid los servicios de atención de salud mental pediátrica están desbordados. “En los últimos años las camas disponibles se han incrementado un 20% y aún así están llenas», explica Celso Arango, director del Servicio de Psiquiatría del Niño y del Adolescente.

Aunque no hay estudios recientes, distintos estudios han cifrado entre el siete y el 25% los menores que reúnen criterios para un diagnóstico psiquiátrico. Otros hablan del 10% para los chicos y el 6% para las niñas entre los cinco y 10 años, cifras que se elevan al 13 y 10% entre los 11 y 15 años.

Arango explica que la situación ha aumentado en todas las comunidades, aunque la incidencia es muy desigual. No todas las regiones aportaron los datos, pero donde sí lo hicieron la mayor prevalencia de consultas externas por problemas infantiles de salud mental se dieron en Cataluña y Navarra.

La depresión, los trastornos de personalidad y obsesivo compulsivos son las causas más frecuentes de hospitalización, por el riesgo de suicidio”, explica Arango.

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¿Qué hay detrás de este aumento?

Aunque no hay estudios que hayan podido determinar las causas de este aumento, la palabra crisis aparece en las explicaciones de los especialistas. “Los menores son testigos silentes y los problemas familiares les han generado muchos trastornos de ansiedad o problemas de sueño, entre otros”, indica Arango, que apunta también a otros factores como “el efecto contagio de las conductas autodestructivas a través de internet y las redes sociales, como el ciberbullying, las invitaciones al suicidio y el ocultamiento de trastornos, además del mal uso de las tecnologías que subyace”, añade.

Sin embargo, “en los últimos años se ha relajado la educación a la vez que se fomentaba la sobreprotección, ha habido un aumento de familias desestructuradas y unos niños que cada vez pasan más tiempo solos. Son ingredientes que pueden desencadenar trastornos que quizás de otra manera no aparecerían”.

No es fantasía, es delirio

El primer problema cuando aparece uno de estos trastornos es que tarda en diagnosticarse. “Se les suele tachar de niños maleducados desde el entorno y a los propios padres les cuesta mucho creer que su hijo esté enfermo. Creen que es un niño malo y confunden hasta los delirios con fantasías de niños”, asegura Manzano. Para ver el problema, subraya Rueda, “es imprescindible tener un canal de comunicación con los niños. Dedicarles tiempo y atenderles es la única forma de saber qué les pasa”.

Arango ofrece también algunas pistas para detectar los problemas mentales, dependiendo de la tipología. “Si son patologías de nacimiento, lo importante es estar atentos a los hitos del desarrollo evolutivo. El mes en que tiene que aparecer la sonrisa, el movimiento… esto perjudica a los primerizos y favorece que su diagnóstico se dilate más que cuando son hermanos pequeños”, explica el jefe de Servicio de Psiquiatría del Niño y Adolescente del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, “cuando son problemas sobrevenidos, la clave está en el cambio. Que haya un antes y un después en cosas que el niño hacía. Si antes le gustaba el colegio y ya no, si se reía viendo películas y ahora no, si ha desaparecido algún comportamiento que era habitual… hay que estar atento y lo primero es contárselo al pediatra. Él es quién hará una primera evaluación y derivará al especialista”.

La importancia del diagnóstico precoz

Esta detección temprana es fundamental en problemas de salud mental, ya que determinará la contención de otros trastornos más graves o las capacidades de desarrollo que el niño pueda alcanzar. “Muchos de estos problemas llevan asociado un trastorno de aprendizaje, y en esos casos lo que no se consigue antes de los 12 años, luego es muy difícil”, explica Manzano. La media de edad de los niños con problemas de salud mental que llegan a Dionisia Plaza es de unos ocho años. “Con este tratamiento precoz prevenimos trastornos de personalidad, otras enfermedades mentales y que se conviertan en delincuentes. Les ayudamos a que puedan cursar estudios o tener un trabajo en el futuro”, asegura la psiquiatra del centro.

La prevención, la asignatura pendiente

Ante este incremento, la única forma de invertir la tendencia es la prevención. “La prevención tiene muchas patas, pero en España es una asignatura pendiente. Programas de prevención como los que tenemos en el Gregorio Marañón no los hay ni en tres hospitales de España”, explica Arango.

Una de las primeras es la atención a hijos de personas con trastornos mentales graves. “Siete de cada 10 hijos de enfermos mentales desarrollará la enfermedad también”, afirma Arango. En su hospital, el seguimiento se extiende también a los nacidos de bajo peso (menos de un kilo) en la unidad de psiquiatría perinatal. “También hay que prevenir conductas como el acoso escolar, el maltrato, el consumo de sustancias y los embarazos de riesgo”, añade el psiquiatra.

En España, las decisiones se fundamentan en política en lugar de en datos. En Reino Unido, al contrario, se han realizado estudios que han confirmado que la prevención en salud mental es coste-eficiente y se han establecido como obligatorias las unidades de intervención temprana en psicosis. Así, han demostrado ser efectivas respecto al índice de suicidios, de ingresos hospitalarios e impacto en la calidad de vida”, concluye Arango.

Fuente: https//www.elindependiente.com/vida-sana/2018/03/10/las-enfermedades-mentales-infantiles-a-la-sombra-del-estigma/ (extracto)